Hacía bastante tiempo que tenía pendiente la visita al Parque Nacional Talampaya en la Provincia de La Rioja. El sábado 22 de febrero con mi amigo Pitu cargamos nuestras cosas en la dominar 400 para emprender los 450 kilómetros que nos separaban de un finde a puro camping, moto, turismo aventura y #fernetnero53.
Hacía bastante tiempo que tenía pendiente la visita al Parque Nacional Talampaya en la Provincia de La Rioja. El sábado 22 de febrero con mi amigo Pitu cargamos nuestras cosas en la dominar 400 para emprender los 450 kilómetros que nos separaban de un finde a puro camping, moto, turismo aventura y #fernetnero53. El viaje arrancó con un sol radiante que a buen ritmo nos llevó a Cruz del Eje en un abrir y cerrar de ojos.
Era la primera vez que sacamos las motos a la ruta, el viaje era en principio para testear cómo se portaba en las rutas la nueva cabra blanca de mi amigo.
Almorzamos en unos banquitos de la estación de servicio donde habíamos cargado combustible. Viajar en moto es hermoso pero la verdad que después de una hora las piernas te piden un descanso y levantarte un rato del asiento, así que aprovechamos la parada técnica para descansar un poco, hasta ese momento venía manejando yo. Encare lo que iba a ser el tramo más recto y fácil del día, casi todo en recta. La RN 38 nos llevó a la Localidad de Patquia. Como estamos testeando, y venía muy entusiasmado, a unos 140 km/h paso lo que iba a cambiar el rumbo de esa tarde, del sábado, del sábado. Empecé a sentir que la moto se movía algo extraño en la parte de atrás por lo que instantáneamente frené, a unos 30 km de llegar a nuestro destino, cuando nos bajamos a ver lo que pasaba…
Habíamos pinchado la rueda trasera.
Intentamos seguir con la rueda a medio desinflar, para ver si podíamos hacer los 30 km que nos quedaban, pero la rueda ya no quería caminar. Empecé a hacer dedo, mientras Pitu llamaba al seguro para ver si tenía cobertura de grúa y nos buscara ahí, en el medio de la nada. Increíblemente no habíamos llevado ninguno de todos los productos que existen para reparar las cubiertas sin cámara que traen este tipo de motos. Ya habían pasado unos 40 minutos desde que estábamos ahí haciendo dedo sin tener suerte, ya que pasaban muy pocos autos para aquella zona cuando decidimos llamar a un gomero que nos venía a buscar en su camioneta desde Patquia. En la espera por el gomero le metimos un poco de onda y seguimos disfrutando del terrible día y sacando algunas fotos. Cuando llegó Rubén, el gomero, con su camioneta ya eran como las 16 hs, cargamos la moto en la caja de su Ford Ranger y nos encaminamos a reparar la rueda. Cabe aclarar que la jugada que el gomero nos fuera a buscar no fue gratis y no fue nada barata.
Una vez en la gomería, Rubén como todo riojano, con mucha paciencia y lentitud mientras se tomaba una coca con los 2 amigos que recién llegaban nos arregló la rueda con un sistema bastante antiguo (tarugos) pero que en fin serviría, o eso creíamos. Parchada la rueda, inflada, todo cargado en la moto nuevamente. Chau Rubén gracias por todo, salimos y a los 10 metros nos dimos cuenta que la veníamos como en una montaña rusa, la cubierta estaba totalmente deformada, por lo que decidimos volver a lo de Rubén. Por suerte no habíamos hecho más de 40 metros.
La cubierta no servía más.
Sábado 18:30 hs en un pueblo, que no tenía ni repuestos ni gomerías que vendieran la cubierta que nosotros necesitábamos. Empezó la logística para ver dónde podíamos conseguir una cubierta nueva. Ah todo esto, yo había cambiado de prestadora de servicio telefónico a Tuenti, que no tiene señal en ningún lado por lo que mi ayuda en ese momento no fue mucha.
Llamados a Córdoba, La Rioja, amigos de Rubén, todos sin panoramas alentadores. Encontramos en la Ciudad de la Rioja, que estaba a unos 70 km, una cubierta que no era la misma pero quizás nos serviría para poder seguir viaje. Nos despedimos de Rubén, dejando la moto y todas nuestras cosas en su gomería, el cual nos esperaría de regreso para cambiar la cubierta. Caminando por la ruta, ya con un cartel que había improvisado que decía «La Rioja» para probar hacer dedo nuevamente, emprendimos viaje a la capital riojana. La suerte empezaba a estar de nuestro lado, no pasaron ni 10 minutos que pasó un colectivo que iba directo a la Rioja capital, que nos levantó. Yo ya me había relajado, estaba tomando unos mates desde hace un buen rato. En mi instinto de hacer nuevas amistades me puse a tomar mates con los choferes del bus.
Los Nicos, terminaron siendo claves en este pasaje. Después de contarles cómo venía un poco las aventuranzas del día, empezaron a buscar en sus teléfonos donde podíamos conseguir lo que necesitábamos. Para nosotros era muy ilógico que un sábado a la noche los locales de este tipo estuvieran abiertos, pero la rioja y su gente funcionaba muy distinto a como lo imaginamos. Con un golpe de gracia, recuperé la señal en algún tramo del viaje y gracias a google conseguí el número de un tal «sanjua» un viejo motoquero que tenía un local de repuestos de motos. Cuando logro comunicarme con él, después de contarle las peripecias y lo que necesitábamos me dice que tenía nuestra cubierta disponible. Que por un motivo la había pedido equivocadamente hace unos 6 meses y aun no la había devuelto, no sabe porque… La tarde noche iba tomando color, el Sanjua cerró a las 22 hs, pero nos dijo que nos esperaba hasta que llegáramos, sin ningún problema. Los Nicos, que a estas alturas ya éramos bastante cercanos, nos dejaron a unas 3 cuadras del lugar desviando su ruta ya rumbo a guardar el bus después de una jornada de 16 horas de manejo.
Llegamos a lo del «sanjua» y ahí comprendimos que pasaba, porque un local iba a estar abierto hasta tan tarde. En la rioja la mayoría de las personas se movilizan en motos y se ve que se les suelen romper los sábados hasta altas horas. El local estaba colapsado de gente, hasta que nos atendieron ya casi era la hora de cerrar. Después de una buena charla amistosa con el dueño del local, se solidarizó con nosotros y nos financió la cubierta, que estaba totalmente fuera de presupuesto de viaje y que salió una fortuna. Ya con la cubierta en la mano, nos subimos a un remis que nos consiguieron en el local y con los últimos 300 pesos en efectivo nos dirigimos a la terminal de la rioja para poder ir en búsqueda de la moto y seguir viaje.
El último bus salía a las 23 hs, teníamos 15 minutos para ir por algo de efectivo ya que no recibían otro medio de pago. Cuando ingreso mi tarjeta de débito en el cajero, ¡Bloqueada! Pitu ingresa la suya, no se que paso que tampoco nos dejo sacar desde su cuenta.
Esto se ponía cada vez más intenso.
Le pregunté a un chico que salía del cajero si le podíamos transferir a su cuenta y nos sacaba la plata, y así fue. Por suerte fue rápido y pudimos correr a la terminal para tomar el bus, con el tiempo justo de comprar un sanguche y una pritty nos desparramamos en nuestros asientos. Por suerte yo le había avisado al chofer que íbamos a Patquia que si podía llamarnos cuando llegáramos, no va que pasan 30 segundos, o eso creímos que ya estábamos en destino y el chofer había ido a despertarnos para avisarnos que debíamos bajar. Medios dormidos, descendimos, para darnos cuenta que estamos en el medio de la nada a oscuras en un ruta. eran las 00:30 hs para ese entonces. el Bus nos había dejado a unos 2 km de Patquia por lo que, después de dar un par de vueltas en la oscuridad pudimos encontrar nuestra ruta y llegar a Patquia.
Rubén el gomero ya se había ido a su casa, dejando la moto y nuestras cosas adentro, lo llamamos, a él y otro amigo suyo, NADA.. Decidí meterme a la gomería y abrir el portón, para poder sacar las cosas. Cabe aclarar que la gomería era muy precaria y que el portón era solo una cortina de poca seguridad que no hacía falta en el lugar. Ya teníamos nuestras cosas y la cubierta nueva, en la mano. Por suerte, Patquia tenia 2 gomerías! ya nos habíamos comunicado previamente con Franco que era la competencia y que nos había dicho que nos esperaba para cambiar la cubierta. Cuando llegamos a la nueva gomería, estaba cerrada.
Me voy hasta la pizzería que estaba al lado de la gomería para consultar por el gomero, que desde la cocina me gritaba que ya salía. El gomero que también era el pizzero, nos pidió paciencia que tenía que terminar con el servicio del día para cambiarnos la rueda. Nosotros estábamos entregados, eran las 1:30, decidimos armar unos sándwiches, comprar una coca y preparar un fernet en la vereda. A las 2:30 después de terminar la jornada laboral en la pizzeria Franco empezó a cambiar nuestra cubierta, cuando sacó la cubierta nos dimos cuenta que estaba totalmente destruida y que nos habíamos salvado de milagro de no haber sufrido un accidente. Cambiamos de cubierta, Franco casi que no nos quería cobrar, pero después de insistirle nos recibió un poco de plata. y ahora? Habíamos decidido armar nuestra carpa en una estación de servicio que estaba en el ingreso del pueblo, que previamente consultamos si se podía.
Cuando llegamos a la estación y empezamos a armar nuestra carpa, 3 de la mañana nos dimos cuenta de que nadie había revisado la carpa y le faltaba el cubre techo, por lo que después de reírnos un rato nos acostamos a dormir como estábamos. La aventura fue una de esas que voy a recordar más que nada por la cantidad de personas que nos ayudaron a llegar a donde estábamos, desde la primera persona que nos cruzamos hasta la última estuvieron a disposición para darnos una mano en lo que hiciera falta.
¡Talampaya allá fuimos!